El hombre de la preciosa camisa verde es Andrés, estupendo compañero y cocinero. Ayer fue tan amable de invitarnos a unos cuantos a un suculento cocido. El segundo que preparaba en su vida y el más rico que he probado nunca (lo siento mamá, pero el suyo va con fideos y caldito y está riquísimo).
Los que fueron a cenar al comedor anoche, vieron un enorme insecto cerca del aparcamiento. El pobre animalillo aparecía de esta guisa esta mañana en el panel de información.
Son muchas las experiencias que vivimos aquí, que nos recuerdan a tan afamada serie. Precisamente el otro día después del terremoto, algunos lo comentaban...
Llegando al hotel, nos encontramos con esta curiosa estampa de transporte de ganado. Dos vacas tumbadas en un carro y una tercera espatarrada encima de ellas.
Última parada del viaje. Uno de los destinos turísticos más solicitados de Honduras. La ciudad de Tela. Es como Benidorm al estilo hondureño, sin rascacielos, pero con mucha vida playera y de chiringuitos. No está mal para pasar la tarde. Esas barcas que veis al fondo te llevan a unas localizaciones muy chulas en las que grabaron algunas escenas de Piratas del Caribe.
... y hay otros sitios en los que nos da, en vez de por saltar, por quedarnos colgados (a algunos en el sentido literal, a otros en el figurado).
No sé qué sucede en Honduras que, a los que trabajamos aqui, nos da por saltar desde/a los sitios más dispares cada vez que tenemos un rato libre. Si el lunes era Ale con su bici a la piscina, el sábado eramos, de izquierda a derecha, Carlos, Laura, yo y Paul, desde el muelle de West Bay (Roatán) mientras caía el sol. En la mente de todos, la misma frase: "y, encima, estamos cotizando!" (o, como gritaba Carlos mientras saltábamos, "enjoy your stay!"). Tal vez por eso nos da por saltar.
Afortunadamente, en este mundo existen innumerables sitios de una belleza tal que el sentimiento que uno experimenta ante ellos es tan abrumador que resulta imposible expresarlo con palabras. Este fin de semana, bajo las cataratas que veis, rodeado de agua hasta el punto de no ver nada y avanzando contra corriente entre subidón y subidón de adrenalina, era muy dificil no sentirse así. Sí, definitivamente, Pulapanzac es uno de esos lugares...
